Tecnología

Un juego grasioso

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Wes Cherry se aburría. Aquello de trabajar para Microsoft como becario no le estaba llenando tanto como pensaba. De hecho, las cosas no eran muy emocionantes en aquel verano de 1988: el pescado estaba aparentemente vendido con MS-DOS, y la introducción de aquellos primitivos entornos de ventanas popularizados por los Mac no pintaba demasiado bien. Windows 1.0 no había llamado demasiado la atención ni en la industria ni en los medios, y lo de ayudar en el desarrollo de Windows 2.1 no había resultado ser para tanto. En aquella época estaba claro que para la inmensa mayoría de la gente un ratón era solo eso. Un roedor, vaya.

Aquel aburrido entorno quizás pudiera ser algo menos aburrido, pensó Cherry. Había jugueteado tiempo atrás con un solitario programado para Mac OS -¿quizás este?- y se dijo a sí mismo algo tipo “tengo ganas de poder jugar una partidita también en Windows“.

Dicho y hecho. El código -programado en su tiempo libre- no era nada del otro mundo, y Wes recordaba mucho más tarde cómo lo único que tenía de meritorio aquello era que el efecto de arrastrar cartas fuera medio suave en aquel búfer del modo EGA con el que casi había sacar martillo y cincel para ir dibujando los píxeles en pantalla.

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Su trabajo -por cierto, bien por esta entrevista– acabaría pasando a formar parte de la historia de Windows. De hecho se convertiría en objeto de leyendas urbanas como aquella que nos decía que el solitario tenía un doble objetivo para Microsoft: no solo la de entretener a los usuarios, sino -bonita falacia, pardiez- la de enseñarles a sentirse cómodos con el mecanismo de arrastrar y soltar.

Aquel juego acabaría convirtiéndose en Microsoft Solitaire y aparecería realmente por primera vez en Windows 3.0, que llegó a su versión final un 22 de mayo de 1990.

Cherry jamás cobraría un duro (extra) por aquello.

Un cuarto de siglo después el solitario ha pasado a formar parte de nuestra vida. Microsoft lo recuperó para Windows 10 como parte de su oferta nativa de software (lo hizo con una versión adaptada a los tiempos, claro) e incluso quiso celebrar ese singular 25 aniversario. No fueron los únicos en recordar la leyenda de antaño. Algunos hasta se sacaron de la manga una baraja de póker “pixelada” -buenísima, podéis comprarla aquí– que servía para rendir homenaje a los gráficos del solitario original.

Y sin embargo, la relevancia del solitario ya no es el que era. El juego que había sido símbolo toda una generación -antes no mirabas Facebook en el trabajo, jugabas al solitario o al buscaminas- había perdido parte de su protagonismo. Ya no echaban a nadie por jugar al solitario: ahora lo hacían por andar mandándole mensajitos a tu pareja desde Yahoo Messenger. El solitario y el buscaminas habían dejado de ser esos programas causantes de la pérdida de millones de horas-persona en miles y miles de empresas.

Pero eso no quiere decir que su impronta haya desaparecido. Ni  mucho menos. Hay muchas personas a las que el solitario les ha hecho y les sigue haciendo su vida más fácil y llevadera. Era el caso de uno de los lectores que participaban en la discusión de Reddit en la que descubrí esta historia. Para ‘Toma_the_Wondercat’ el solitario le ayudaba a calmarse y a funcionar mentalmente como cualquier otra persona. “Marca una gran diferencia en la calidad de mi vida. Estoy tan contento de que exista“, decía tras explicar que sufría de autismo.

Hay otra persona a la que sé positivamente que el solitario -y más concretamente una de sus variantes más populares, el Spider- le ayuda todos los días a hacer que sus días sean un poquito mejores. Esa persona a la que hace años jamás hubiera imaginado jugando delante de una pantalla horas y horas es nada menos que mi madre, chicharrera de pura cepa y que seguramente calificaría este juego de ‘grasioso‘ con ese acento canario al que nunca jamás renunciará. La misma que siempre fue, es y será la más guapa de las madres de todo el cole.

Va por ti mami.

Ale, ya puedes volver al Spider.

 


 

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5 comentarios en “Un juego grasioso

  1. Overcorp dice:

    Pues mi padre así aprendió a usar el mouse y se volvió un «adicto» del juego… Creo que s la generación de nuestros padres este juego les causa algo que a la gente de nuestra generación les cuesta entender.

    Saludos

Comentarios cerrados