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Oda al teletrabajo

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«Yo no serviría para teletrabajar»

Así comienzan normalmente las conversaciones con amigos y conocidos cuando descubren que teletrabajo o comentamos una vez más esa curiosa circunstancia. Y luego, claro, llegan los topicazos sobre el teletrabajador español. Uno se enfrenta a los mismos comentarios casi siempre. Que cuántas veces vas a la cocina a picotear. Que cómo mola poder dormir hasta las 12 si te apetece. Que lo de jugar un FIFA 14 después de la siesta es una triunfada o, por supuesto, la clásica: cómo debe molar currar en pijama.

Porque claro, teletrabajar no es trabajar, les digo a mis interlocutores cuando comienzo a narrar mi experiencia vital como teletrabajador. Es como estar de vacaciones pagadas todos los días. Yo me suelo levantar a eso de las 12, y sin quitarme el pijama –algunos días ni tan siquiera me aseo, pa’qué–miro un poco el correo, hago el paripé una horita, me voy al gimnasio, me tomo un piscolabis mientras hago el paripé otro ratillo, como, me echo la obligada siesta y hago otro rato el paripé hasta que toca la hora de recoger a los enanos. Fenomenal teletrabajar, porque así puedo ir –mierda, me ha tocado vestirme, con lo a gustito que estaba– de la guarde al cole a recoger a los peques, charlar un rato con todos los padres y madres que o teletrabajan o –lamentablemente– ni eso, darles la merienda –vuelve el skijama, menos mal– a los canijos y hacer otro rato el paripé mientras ellos ven Clan o Boing. Y el resto de la tarde y del día, básicamente lo aprovecho para lo que me salga de los h*****. Total, para lo que llevaba hecho en el día, ya se sabe. Ah, y además mola lo de teletrabajar porque como eso no es trabajar la gente en general y los amigos y familia en particular saben que estás en casa tocándote los h***** y por lo tanto puedes atender todo tipo de situaciones, problemas y solicitudes sin ningún problema. A mandar, chicos, que estoy para lo que necesitéis.

Y tras narrar esta, mi fantástica –y obviamente ficticia– jornada de teletrabajo, por supuesto solo queda una cosa. Mandar a tomar por c*** al personaje o personaja que no tiene más culpa que la de asumir que sólo se puede trabajar en una oficina que, recordémoslo, puede ser una trampa mortal. Para alguien que ha trabajado en una oficina tanto en una buena época como en varias malas como yo, la cosa está clara. Y aunque entiendo que no todo el mundo está hecho para teletrabajar, y que desde luego no todos los trabajos son susceptibles de adoptar ese modelo, lo que no entiendo es que haya situaciones en las que existiendo esa posibilidad no se den más facilidades para quien quiera aprovecharlas.

Me hacen mucha gracia todos esos posts de autoayuda –hasta en un medio serio como Forbes los encuentra uno, oiga– en los que los triunfitos en una u otra disciplina dan sus claves para teletrabajar. Lo de hacer pausas, tratar de comunicarse con compañeros vía chat o videoconferencia, organizarse las jornadas, preguntar mucho qué pasa en la ofi e historietas por el estilo son, básicamente, una gilipollez. Ya lo dije entonces y lo digo ahora: no importa dónde trabajes o cómo trabajes: lo importante es la productividad. Que cumplas objetivos. Si eres más productivo y cumples en la playa, pues oye, aquí paz y después gloria. Y si por imperativos de tu curro –sean razonables o no— hay que ponerse traje y corbata y pasar 3 horas en el coche todos los días –os compadezco– pero luego produces como los chinos (pero con calidad, ¿eh?), pues oye, miel sobre hojuelas.

Casi me da igual que los estudios confirmen lo que es una perogrullada: que si el que puede hacerlo teletrabaja es más feliz. O que haya ejemplos de empresas de éxito con un modelo de teletrabajo envidiable –porque también los hay a cascaporrillo en el otro extremo–. O que haya, como siempre los hay, gilipollas que impongan su criterio por el mero hecho de ostentar el poder (que no la razón absoluta).

Porque lo que importa, creo yo, es tratar de ser feliz mientras trabajas. Yo lo soy de momento teletrabajando, pero puede que un día de estos vuelva a serlo –quién sabe– en una oficina. Como tú puedes serlo también en la tuya, que también pasa, caray. Afortunadamente de todo hay en esta vida. Pero al menos en lo que se refiere a trabajos creativos, lo de teletrabajar –en pijama, en pelotas, o con traje y corbata, eso es lo de menos–, es en mi opinión prodigioso. Ya había publicado en Incognitosis esta charla del TEDxMidwest de Jason Fried que habla sobre este tema, pero es tan buena que a riesgo de ser pesado voy a volver a utilizarla para cerrar esta, mi particular oda al teletrabajo.


Que trabajéis y teletrabajéis mucho. Y sobre todo, que seáis felices haciéndolo. Un último apunte que confirmará muchos rumores: trabajar en pijama es una pasada.

Imagen: Unsplash

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4 comentarios en “Oda al teletrabajo

  1. Miguel dice:

    Llevo desde Mayo del año pasado trabajando desde casa, en alguna ocasión he de ir a casa del cliente por cuestiones de protocolo. Pero reconozco que no es que me cueste, es que me encanta. Es cierto que este modelo no se puede aplicar a todos los sectores y trabajos, pero en los que sí se puede, me parece una soberana tontería no utilizarlo.
    Antes dedicaba diariamente 3 horas de coche para ir y volver del trabajo, sobretodo en atascos y eso aunque al final te acostumbras, no dejaba de ser una parte negativa. No podía ser que a las 9 de la mañana ya estuviese de mala ostia sólo por el trayecto.
    Desgraciadamente, aquí en España, hasta que no empiecen a formar parte del entramado empresarial gente joven, lo veo muy difícil.

  2. Hola Javi

    Yo teletrabajo de forma regular, y creo que son casi todo ventajas… Menos tiempo para llegar a la oficina, se suele comer mas sano, aprovechas mas el tiempo, etc etc. Eso si, no todos los tipos de trabajo se pueden hacer desde casa, ni todas las formas de trabajo en equipo son compatibles… Ultimamente he estado trabajando con en equipos sigueindo el tema «Agile», y teletrabajar no esta nada alineado con esa metodologia.

    La verdad, siempre he pensado que el que trabaja en la oficina, va a trabajar en casa, y el que no, pues no…

    Por cierto, teletrabajar creo que tiene mala fama en gran parte por los mismos trabajadores… Esto es España (que no Esparta), y ya sabemos la cultura laboral que tenemos, la del escaqueo… Que trabaje otro, que me van a pagar igual! (obviamente estoy generalizando, ya se que no es asi en todos los casos)

    Saludos

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