Curiosísima la reflexión del New York Times en la que hablan de esa fiebre de muchos padres y familiares por publicar fotos de sus hijos o sobrinos en redes sociales. En el caso del NYT hablan en concreto de Facebook —sigo rehuyendo— y de cómo esta red se ha convertido en pasto de los papás orgullosos.

Hay otras alternativas mucho más graciosas, desde luego –el blog Reasons My Son Is Crying es la pera, y otro que no tiene desperdicio es el famoso –qué envidia, qué fotos– kristin and kayla— pero lo que sí es cierto es que en todos los casos hay un factor común: el niño no tiene poder de decisión sobre su aparición en todos esos medios.

Aquí entramos en un terreno delicado –me recuerda en cierta medida al de bautizar o no a un niño, por ejemplo, o ya puestos y si vamos al extremo, elegirle el nombre– en el que está claro que los padres y tutores se supone que toman ciertas decisiones responsables durante esos primeros años y hasta que los enanos se convierten en adultos legalmente. Mientras tanto, los más pequeños lógicamente no se enteran de nada, pero la cuestión ética y moral –que en realidad se extiende a otros muchos casos, como explican en el artículo original– permanece. Y es que igual al enano no le hace ni pizca de gracia estar saliendo todo el día en la cuenta de Facebook de sus padres, tíos o hermanos.

It could be argued that an infant will eventually decide that being broadcast on Facebook in a diaper was a violation of privacy and that the original posting of the photo took advantage of the subject’s inability to think and communicate.

El tema me viene al pelo porque justo estos días he tenido mis debates con una de mis hermanitas al respecto. No veréis muchas fotos de mis peques en Facebook, Twitter y demás. Me parece perfecto que otros lo hagan, pero a mi no me gusta nada. No sé. Me da mal rollito. Quién sabe si me estoy librando de una futura demanda por violar la privacidad de mis infantes 😉