En las próximas semanas llegarán al mercado las dos grandes apuestas de Microsoft y Sony para tratar de impulsar sus consolas de videojuegos: sus nuevos Microsoft Kinect (antes Project Natal) y Sony Move están orientados a proporcionar un nuevo sistema de control de los videojuegos. En el caso de Kinect tenemos ante nosotros un salto tecnológico notable entre lo que se había visto en la Wii. En el otro veremos una especie de evolución del sistema Wii Remote con el que Nintendo logró triunfar en el mercado.

Cuando hablé de Project Natal en abril lo tenía todo bastante claro: las demostraciones que vi y aquella a la que pude asistir en persona me dejaron claro que el sistema de Microsoft era la pera limonera en su precisión y tiempo de respuesta: la fidelidad con la que los movimientos de nuestro cuerpo se transmitían a la pantalla era asombrosa, y ya solo por eso parecía que Kinect podría ser el futuro del segmento.

Sin embargo un artículo de hace un par de semanas publicado en Ars Technica me abrió un poquito los ojos. La mejor tecnología no basta: hay muchos otros factores que influyen en el éxito de un desarrollo. Y si no que se lo digan a los vídeos Betamax, al formato HD-DVD, a plataformas como el Amiga o a sistemas operativos como OS/2. Y a Kinect -o a sus competidoras- podría ocurrirles lo propio.

De hecho, en Ars Technica apuestan por PlayStation Move como claro ganador de esa particular batalla por esos nuevos sistemas de control de videojuegos. Y lo hacen por varias razones:

1. Precio: cuando Move salga en Europa e l15 de septiembre lo hará con un precio más reducido que Kinect, ya que el pack con la PlayStation Eye, un controlador Move y un juego costará 100 dólares. Microsoft cobrará 150 dólares por Kinect cuando empiece a venderlo en noviembre, y como dicen en Ars, no es el mejor momento para sacar un dispositivo especialmente caro. En cualquier caso, ese coste influirá -como otras de las siguientes razones- en los nuevos compradores de consolas, y  no tanto en los que ya las tenían en sus casas.
2. Catálogo de juegos: aquí es donde la cosa se pone interesante. Efectivamente, el catálogo de juegos que Microsoft ha puesto en escena en las presentaciones preliminares hacen pensar que la Xbox con Kinect se convertirá en una Wii con mejores gráficos. Los juegos serán simplones, invitarán al casual gamer y a los juegos sociales, pero al menos inicialmente se apartarán de los grandes títulos y franquicias que han hecho de la Xbox 360 una consola con un carácter propio. En PlayStation Move dispondremos de ese catálogo, pero este controlador también podrá usarse para jugar a los grandes éxitos de la PS3, como Killzone 3, SOCOM 2, Resident Evil 5, etc. Y eso es un puntazo.
3. Botones al poder: Kinect no tiene un mando asociado: tú eres el mando, algo que puede complicar su adaptación a muchos de los juegos que podrían aprovechar este método de control. En una demo con Forza Motorsport 3 comentaban cómo sencillamente no habían descubierto aún cómo frenar. Alucina. En PlayStation Move el mando responde a los gestos sí, pero al fin y al cabo es un mando casi convencional con sus botones, que da mayores opciones a la hora de «adaptar» el sistema de control al nuevo Move.

Las tres poderosas razones que mencionan en Ars Technica son suficientemente contundentes como para poner en tela de juicio mi opinión original, y está claro que la solución para Microsoft es única: que los desarrolladores de videojuegos se curren un soporte a Kinect que permita disfrutar no solo de juegos Wii-like, sino también de títulos realmente exitosos, como Halo o el propio Forza.